Breve
exposición de las creencias mágicas y por ende religiosas más remotas y su
evolución hasta nuestros días.
Hasta
no hace mucho, no existía para el hombre más que una posibilidad de afirmarse
en el espantoso misterio del mundo, la de aplacar las fuerzas
naturales a base de ofrendas y tratar de influir en ellas mediante el poder de
la magia.
El
hombre vivió durante mucho tiempo, miles de años como almacenero, cazador y
recolector vagabundo, antes de hacerse sedentario hace ya 10.000 años y
aprender a cultivar las plantas y arar el suelo, las religiones ecuménicas
tienen más de 2.000 años de edad, las modernas ciencias naturales tan solo 200.
De
aquel alborear de la cultura llegan a nuestros días vestigios de la arcaica fe
en la magia, cuando se imponen las manos a una persona, cuando se bautiza un
navío con champán en vez de sangre expiatoria, cuando se extiende una alfombra
roja ante un potentado, en todo esto queda algo de magia, el
tacto trasmite la fuerza, el vino es una libación, la alfombra no deja que el
personaje toque el suelo, estas acciones de olvidado
sentido, se refieren a un mundo perdido en el que se
pronunciaban tabúes y se practicaba la magia y en el que todas las cosas tenían
que ver entre si.
Si
se observan meticulosamente estas fuerzas, vemos que de las prescripciones de
ese mundo proviene el "tabú",
la orden de omitir algo, esta palabra es de origen polinesio, que quiere decir
dotado de un carácter extraordinario, en el mundo de los cazadores y labriegos
primitivos todas las cosas estaban poseídas de un MANA, especie de irradiación
mágica donde el cacique tenía el MANA más fuerte y por eso era peligroso
tocarlo, era "tabú".
La creencia en el MANA y los
tabúes es en si una sola cosa y no solo existe en
Oceanía, sino en todos los
pueblos llamados primitivos, para ellos todo lo que no se
comprende
o no se ve, tienen espíritu y vida, y no solo los hombres,
animales y plantas, sino que todas las cosas están cargadas de fuerza vital,
están animadas y pertenecen a una correlación viva.
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