jueves, 2 de enero de 2014

2. LAS ESENCIAS DEL ESOTERISMO



LAS ESENCIAS DEL ESOTERISMO



Aunque el esoterismo como forma de conocimiento es una disciplina que se viene practicando desde una antigüedad remota, la palabra que lo designa es relativamente reciente, parece que fue utilizada por primera vez por CLEMENTE de Alejandría entorno al 208 de nuestra era y con ella hacia referencia a ARISTÓTELES, Filosofo esotérico donde los haya, y a las enseñanzas que impartía en el LICEO a sus discípulos más avanzados, con esa denominación se señalaba el alto grado de profundidad y
hasta de dificultad que tenían aquellas pláticas, pero en modo alguno aludían a la característica secreta o reservada de sus lecciones, la palabra procede de un adverbio griego, "eso", que quiere decir "dentro" y que se ha convertido en adjetivo "esotérico" que significa "interior" y por extensión "profundo y escondido".


CLEMENTE de Alejandría, ateniense de origen pagano, una vez convertido al cristianismo aportó a la teología sus profundos conocimientos filosóficos, enseñó en Alejandría, y entre sus discípulos se encuentra ORIGENES.


Sus obras nos han llegado muy fragmentadas pero nos permiten adentrarnos en los rincones más escondidos de buena parte del ideario teológico cristiano, desarrollado como ampliación y transformación de sus orígenes hebreos, sus amplísimos conocimientos le permitieron establecer comparaciones con la doctrina Búdica y especuló con la teología cristiana como podría haberlo echo con un sistema filosófico de raigambre platónica.


El patriarca PHOTIUS le tuvo por hereje y clamó contra él, por lo cual, a pesar de ser considerado como uno de los padres de la iglesia, nunca llego a ser canonizado, cualquiera que sea la proyección que se le de al adjetivo esotérico, este, se aplica siempre a algo que es comunicado o desvelado a una estricta minoría, en este sentido



lo mismo puede tratarse de una enseñanza derivada del estudio de los textos herméticos, como de los conocimientos especiales impartidos a los pocos postgraduados elegidos por una empresa de informática para investigar en los ordenadores de la generación.


Es en todos los casos una enseñanza restringida y más que una enseñanza un aprendizaje continuado que requiere la voluntad expresa de quien va a emprenderla y el deseo de hacer de la meta, la total de la existencia, conviene tener en cuenta este sentido como la meta vital, puesto que la actividad que se emprende esotéricamente hablando, no puede ser nunca una profesión tal como la entendemos en nuestro instante cultural, como un medio de subsistencia.


Bueno será recordar desde esta perspectiva lo que en la edad media se entendió como constructor, maestro de obra o arquitecto, sus largos años en calidad de aprendiz y los no más cortos como compañero le convertían en un profesional capaz de concebir la obra del templo desde la primera piedra hasta la última vidriera, pero los conocimientos sagrados y secretos, esotéricos por lo tanto, le llevaban a dirigir la construcción de la casa sagrada, más allá de la simple aplicación de las técnicas de las tensiones y de la resistencia de los materiales.


El templo o la catedral tenían que convertirse en la expresión asumida de la creación, allí tenia que resumirse el secreto sagrado de la naturaleza, desde el número de oro que rige la armonía de las formas, hasta la expresión de las vibraciones musicales convertidas en proporción de la colocación perfecta de muros y vanos, hasta la distribución de las capillas de modo que el paso por cada una de ellas marcase en quien las supiera percibir, los sucesivos avances en el conocimiento del misterio sagrado.


Cada uno de los elementos que constituían la edificación sagrada tenía la expresión de la unidad esencial del conjunto destinado a propiciar la elevación de la conciencia de quien captase lo allí expresado, paralelamente esa meta destinada a los demás, contribuía a realizar las aspiraciones espirituales del maestro constructor que en cada una de sus obras intentaba acercarse más a la verdad de todas las cosas siguiendo unas normas sagradas surgidas de la noche de los tiempos.


La anécdota simbólica de los tres canteros a quien un transeúnte preguntó por lo que hacían, es en este sentido un mundo de aclaraciones esotéricas:



Me gano la vida , dijo el primer Labro la piedra, apuntó el segundo Construyo una catedral, confesó el tercero
Este último era el único que había captado y asumido el sentido autentico de lo que hacia, el segundo empezaba apenas a penetrar por el camino, en cuanto al
primero que había tomado su labor como un simple medio de subsistencia, era indigno de formar parte de la obra de su trabajo, por correcto que fuera, jamás contribuiría al fin perseguido por el cantero iluminado, fundido y echo uno con lo que realizaba, que era a la vez su propia realización.


Esta es la primera premisa del esoterismo, el establecimiento de un filtro vocacional que prohíba el paso a todo aquel que no sea capaz de identificarse con la obra emprendida, sea la que fuera, lo mismo que el ser humano en su etapa de conciencia mágica, era uno con la naturaleza y con el universo haciéndose parte integrante de su entorno sin establecer diferencia entre lo que se entrega y lo que se recibe, el buscador esotérico se realiza a si mismo, realizandose en una entrega a la que nunca podrían tener acceso aquellos que perdida su identificación buscasen beneficiarse de todo aquello que su inteligencia o su habilidad les permitiera dominar.





El Fondo y la Forma


Lo podríamos constatar en la arquitectura sagrada como en cualquiera de las disciplinas que conforman la materia del esoterismo, no hay diferencia esencial entre el fondo que se desea alcanzar y las formas que se adoptan para alcanzarlo, tampoco hay diferencia entre el edificio sagrado y la sacralidad que trasmite, más aun la forma es el vehículo para alcanzar el fondo, por eso el esoterismo es total y fundamentalmente la "expresión".


Observemos un templo realizado por un arquitecto de nuestros días, GAUDÍ, y comparémoslos con una catedral gótica, salta a la vista la distinta concepción formal de ambas construcciones, la actual nos sitúa en el mejor de los casos ante una resolución esotérica ante la cual aquel que la concibió, se planteó fundamentalmente problemas técnicos más o menos airosamente resueltos.




La mayoría de las veces sin embargo se trata de resolver funcionalmente un lugar al que determinado número de personas acuden ciertos días y a ciertas horas para asistir a un acto colectivo de carácter religioso y ritual, una misa, una boda, un
rosario, un bautizo.


Situémonos ahora como profanos vitalmente curiosos ante una catedral gótica, la de LEÓN, CHARTRES ó MILÁN, no importa nuestra primera sorpresa, esta vendrá condicionada por las circunstancias de ser un edificio que no deja de plantearnos preguntas, no lo aceptamos sin más, le exigimos una respuesta:


¿Porqué las dos torres campanarios son siempre distintas?


¿Porqué surgen por todas partes monstruos devoradores de hombres?


¿Porqué la imagen de nuestra Señora preside el parteluz de acceso?


¿Porqué tantos santos portan libros en sus manos?


¿Porqué unos los muestran cerrados y otros abiertos?


¿Porqué la vidrieras originales determinan en el suelo manchas de luz blanca a pesar de su abigarrado colorido?


¿Porqué abundan las imágenes tocadas con gorros y frigios?


... ... ...


Aun quedan muchas más preguntas, aunque la mayor parte de ellas ni siquiera nos las planteemos porque forman parte ya definitivamente aceptadas de la liturgia de la costumbre, la división en 3 naves, la orientación al este, la planta en cruz.


La forma en la catedral gótica está supeditada al fondo, no hay ni un solo resquicio dejado al capricho, porque en el ámbito del saber esotérico cada detalle está concebido en función de la idea trascendente que rige la totalidad de la obra, por eso
en el esoterismo convergen todas las formas y los caminos aparentemente distintos que conducen a la realización final son el mismo en esencia aunque observado desde perspectivas diferentes, ya se trate de una práctica, de un conjunto, de representaciones simbólicas, de una asociación de un objeto o de un procedimiento,



todo con una particularidad que vemos repetido una y otra vez el mensaje trasmitido a través de las distintas formas, esto nunca podrá ser aclarado, permanecerá secreto hasta que el buscador halle por si mismo la respuesta a través de su propia asunción del enigma planteado, pero tengamos en cuenta algo que puede complicar la percepción y la comprensión de lo esotérico, ello es nuestra conciencia mental que está asentada en los esquemas del pensamiento racionalista, esta tratará siempre de explicarse las causas de los fenómenos y los efectos a que dichos fenómenos den lugar.


La conciencia tradicional en la que esta asentada el esoterismo, no trata tanto de explicar, sino de como de integrar al adepto en el fondo del problema trascendente,
por eso las formas que albergan el fondo no explican dicho fondo, sino que lo expresan y por ese camino todos los "porqués" que se plantean no tienen que aclararse, sino entrar a formar parte del individuo que los formula, la realidad por ese camino no se entiende ni se explica, se capta.





Las Religiones Esotéricas


Cabría preguntarse por los motivos que han llevado a las formas religiosas institucionalizadas a renegar y defectiblemente de los aspectos esotéricos de la espiritualidad, siendo así que al menos en principio, estas prácticas llevan al individuo hasta niveles de percepción de lo sagrado mucho más alto que los que se alcanzan a través de la simple obediencia y el fiel cumplimiento de los ritos establecidos.


Todo el mundo puede tener al lado la vida de Santa Teresa del Niño Jesús y darse cuenta a través de sus propias palabras, siempre respetuosas, de hasta que punto las autoridades eclesiásticas de su tiempo le tuvieron vigilada cada experiencia, cada línea que escribía, cada tesis que formulaba, desde las alturas de su iluminación, lo mismo que sucedió con San Juan de la Cruz y con muchos otros que hoy son reconocidos como hitos indudables de la espiritualidad.


San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús tuvieron la suerte de saber amoldar sus experiencias esotéricas interiores y secretas a las normas establecidas, pero otros como GIORDANO BRUNO, terminaron con sus carnes requemadas en la hoguera purificadora y varios más como Fray Bartolomé de Garranza o Miguel de Molinos se vieron seriamente amenazados en su integridad por insistir en propuestas espirituales que no casaban con la obediencia a toda prueba que exigía la autoridad eclesiástica.




La iglesia establecida ha tenido siempre muy claro que la base de su autoridad y en consecuencia la raíz de su poder radica en la necesidad del apoyo que la feligresía tiene para paliar sus temores ante lo desconocido, frente a las dudas y las inquietudes sobre el sentido de la vida y de la muerte, las iglesias dan una respuesta dogmática que deben ser admitidas mediante constantes actos de fe, con ello cada una se erige en exclusiva poseedora de la verdades que pueden dar respuestas a los miedos transcendentes de una humanidad esencialmente despegada, de un entorno que cada vez se les plantea más y más amenazador.


A estas religiones institucionalizadas no les puede en modo alguno satisfacerles unas doctrinas y unas prácticas como las que se emprenden en todas las doctrinas esotéricas que fijan su meta en el encuentro con la verdad y en alcanzar la experiencia que de la respuesta a todos los temores que las iglesias se han cuidado de fomentar para beneficio de sus dirigentes.


El problema radica como ya apuntábamos en que la práctica de los haberes esotéricos confiere al individuo una libertad de hecho, le independiza de cualquier doctrina establecida, aunque esa práctica parta de principios aceptados y de unos esquemas sagrados reconocidos como verdaderos, es por eso que cada credo religioso puede ser contemplado desde una perspectiva esotérica destinada a la inmensa mayoría de la feligresía o desde un ángulo esotérico escogido mal que le pese a los poderes fácticos de cada religión, por aquellos que han logrado trascender su condición de feligreses del gran rebaño obligados a seguir al pie de la letra las normas establecidas, y se han erigido en individuos de conciencia evolucionada capaces de enfrentarse sin la ayuda de la todopoderosa autoridad a los grandes misterios que la iglesia han resuelto mediante mitos, dogmas y ritos, el temor de la iglesia reside siempre en la posibilidad de que el ejemplo pueda extenderse como de echo sucedió en
España en el siglo XVI y XVII, cuando la práctica de la experiencia mística comenzó a extenderse por las tierras peninsulares como una mancha de aceite en beatos e iluminados, que llegaron a congregar en torno suyo a catervas de ciudadanos dispuestos a admitir a pies juntillas la realidad de sus visiones, de sus mensajes, que estaban bien alejados de la vertiente esencialmente penitencial que precognizaba la jerarquía eclesiástica y que obviamente defendían a golpe de potro y de hoguera su brazo ejecutor, los tribunales del santo oficio.



La Memoria y el Libro


Cuenta CLEMENTE de Alejandría, a quien citábamos antes, que fue el primer tratadista que empleó posiblemente el término "esoterismo", que las enseñanzas impartidas por Aristóteles en el Liceo a sus discípulos más aventajados eran siempre orales, o sea que no se basaban en ningún texto escrito, los aprendices tenían que confiar a la memoria cuanto recibían, exactamente lo mismo que en los tiempos remotos en que el ser humano desconocía el arte de la escritura.


Repasando la historia de las doctrinas esotéricas nos encontramos a menudo con esta que parece ser una norma imprescindible y que muchos han achacado al carácter secreto y oculto de las enseñanzas esotéricas, sin que falten motivos sólidos para aceptar esta suposición, habrá que añadir que no sería esta la única razón, ni siquiera posiblemente la más importante, profundizar en este echo siquiera brevemente nos lleva de nuevo a la diferencia esencial que separa el conocimiento esotérico del saber racionalista que es pretendidamente el objetivo que se imparte en nuestro contexto cultural.


Entendemos normalmente la enseñanza como una acumulación de saberes en unas determinadas materias que naturalmente hay que ir seleccionando a medida que se avanza en ellas hasta que se alcanza esa especie de súper especialización que parece formar parte imprescindible del mundo en que vivimos, por regla general la memoria es incapaz de contener toda la información que es necesaria acumular, de ahí que primero el libro, el fichero después y el disquete o cinta en los últimos años tengan que ser auxiliares imprescindibles del que quiere abarcar un máximo de conocimientos, ahora bien no podemos rehuir una constatación que surge a cada instante y que mal que a veces nos pese supone una realidad que no se altera y de la que todos a un nivel
o a otros somos victimas.


El libro nos transmite un saber preestablecido que nosotros nos limitamos a fichar o a grabar en la memoria del ordenador sin que en que la mayor parte de los casos tengamos siquiera la ocasión de regurgitarlo en nuestra mente y apropiárnoslo, así pues, aceptamos la información tal y como nos llega y no hacemos otra cosa que ordenarla para poder hacer uso de ella según nuestras necesidades puntales, reconozcamos que aparte del mejor o peor aprovechamiento que podamos hacer de la información recibida este es el mejor camino para unificar el ser humano en la aceptación indiscriminada de las ideas preestablecidas.



Según cuenta TITO LIVIO, los Druidas pasaban por un periodo de enseñanza de mas de 20 años antes de poder convertirse en mentores de los pueblos celtas y galos, en este tipo toda la enseñanza recibida era oral, jamás se leía o se aprendía en un determinado texto.


Los constructores de catedrales como hemos apuntado anteriormente pasaban por un aprendizaje que se prolongaba normalmente de 8 a 10 años antes de pasar a la categoría superior de compañeros, tampoco estas enseñanzas se llevaban a cabo por medio de textos, por su parte los alquimistas que se transmitían corrientemente sus progresos por medio de escritos, nunca lo hicieron como enseñanza a los profanos, sino como constatación del camino emprendido por cada uno de ellos.


Si tratamos de penetrar en la esencia del conocimiento esotérico, constatamos que existen unos motivos secretos aparte que justifican la enseñanza oral y la transmisión igualmente oral de los saberes, con vistas a hacer de ellos el camino hacia la trascendencia, pues la información transmitida oralmente comporta siempre una transformación por sutil que sea, que se realiza en los centros donde se acumula la memoria y que convierte lo que se ha recibido en parte integrante del individuo que lo ha acumulado, así pues en el dominio del saber tradicional hay que partir de la
premisa general de que la memoria acumula la enseñanza y se la apropia mientras que el texto escrito tiene carácter sagrado, nunca docente y se destina a dar cuenta del
nivel de iluminación alcanzado, sírvanos como ejemplo inmediato, SAN JUAN DE LA CRUZ, la subida al monte Carmelo no ayudará a ningún místico en ciernes a experimentar el éxtasis, si servirá en cambio, para dar cuenta cabal de una
experiencia que siendo inefable en si misma se expresa en el lenguaje secreto que la palabra sola jamás podría transmitir sin la ayuda inapreciable del símbolo.





La Arquitectura Sagrada


Desde las sagradas escrituras, desde los textos más antiguos de las religiones orientales, desde la tradición iniciática de occidente hasta las formas religiosas de los pueblos prelógicos, la casa de DIOS ha representado siempre la expresión teológica inmediata del espacio donde el ser humano puede entrar en contacto con trascendente éxtasis, esta circunstancia fundamental del encuentro de lo humano con lo sobrehumano, nos sitúa en el camino de la aprensión religiosa del espacio.





















ARQUITECTURA SAGRADA

La humanidad y la divinidad puede encontrarse en cualquier sitio, pero el transito de aquella hacia está solo puede tener lugar en el espacio sagrado, natural unas veces y otras concebido desde el conocimiento de las leyes de lo sagrado.


El templo debe reunir las condiciones precisas para que se produzca la simbiosis de lo profano con lo divino, de la tierra con el cielo, el aprender esta técnica no significa lo mismo que adquirir los conocimientos arquitectónicos que enseñan a calcular la resistencia de los materiales, sino conocer las energías que propician la iluminación, siempre que el que las recibe se encuentre iniciáticamente preparado para tener la posibilidad de aprovecharla.


Uno de los grandes místicos españoles condenado por la iglesia a través de su guía espiritual y de su defensa de la contemplación desarrolló la llamada doctrina quietista, que consiste en la toma de una actitud pasiva por parte del alma, permitiendo que la trascendencia la penetre después de haber renunciado a cualquier esfuerzo por



alcanzar la meta espiritual y haberse abandonado a la entera voluntad de DIOS, la inquisición lo procesó en 1685 y dos años después MOLINOS confesó públicamente sus errores doctrinales, fue recluido en un convento hasta su muerte.





Los Druidas



Tenidos por muchos investigadores como sacerdotes de la religión de los pueblos celtas, la realidad es que, sus funciones sobrepasaron con creces estas actividades que para ellos eran secundarias, los largos años de iniciación abarcaban las ciencias y todos los conocimientos adquiridos por los maestros, por lo que se convertían en auténticos directores de la vida y del que hacer de las comunidades que tenían a su cargo, ejerciendo como médicos, jueces, bardos, consejeros políticos y guardianes de las tradiciones ancestrales, ni siquiera los reyes daban un paso que no contara con la aprobación druídica.


Los druidas eran quienes promovían a cada miembro de la comunidad en el cargo que ostentaban, se reunían periódicamente para reciclar sus experiencia e intercambiar sus haberes para el bien del pueblo que tenían a su cargo.


Cuando el cristianismo se expandió por el occidente de Europa, muchos de ellos colaboraron en la conversión de sus fieles y hasta llegaron a convertirse en abades de los monasterios más florecientes arrastrando consigo a toda la comunidad de nuevos creyentes.


Los monjes druidas fueron los primeros en recopilar las historias míticas de su pueblo, ofreciéndonoslos en algunos de los manuscritos que se han conservado, en ellos aparecen la parte ancestral de los mitos religiosos que habían regido la vida y el comportamiento de los pueblos celtas.












Videncia y Astrología: 806 41 41 23

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